Los famosos museos de la tortura
La tortura medieval intriga y sucita la curiosidad de la gente.
¡Para los apasionados existen las museos de la tortura !!!
La tortura medieval intriga y sucita la curiosidad de la gente.
¡Para los apasionados existen las museos de la tortura !!!
En esa escena, de la pelicula El Nombre de la Rosa, juician el personaje Salvatore despues de haberlo torturado…
En la Novena Puerta con Johnny Deep evoca tambièn la época oscura de la Edad Media. El extracto muestra imágenes de torturas (un dibujo, el el fuego que quema unos pies…). Asi, la cuestiòn religiosa, en esta pelicula, la busqueda del bien o del mal, permite evocar la tortura en su forma medieval.
La pelicula muy ensangrentada, SAW, que conoce varios capitulos, se inspira de los suplicios medievales para su creatividad y su sentido. Se entiende que castigan a los personajes con la tortura fisica (pero tambièn psicologica) porque son cupables según el verdugo de la pelicula. Las victimas tienen que sufrir para sobre vivir, pero no saben que la unica salida es la muerte… ¡Eso recuerda el procedimiento de la tortura de la Edad Media!
Solía ser la antesala de posteriores torturas. Su función consistía básicamente en la dislocación de los hombros doblando los brazos hacía atrás y después hacia arriba. La víctima atada de manos en la espalda era izada por las mismas. Para provocar un mayor sufrimiento se le colocaban en los pies una pesas.
Este instrumento de tortura no necesita muchas explicaciones. Sus mártires son abundantes. A consecuencia de la posición invertida del condenado, se asegura suficiente oxigenación al cerebro y se impide la pérdida general de sangre, con lo que la víctima no pierde el conocimiento hasta que la sierra alcanza el ombligo, e incluso el pecho, según relatos del siglo XIX. La Biblia (II Samuel 12:31) hace mención a este tipo de tortura, en la época del Rey David. Este hecho contribuyo a la aceptación de la sierra, el hacha y la hoguera. La sierra se aplicaba a menudo a homosexuales (gays y lesbianas), aunque principalmente a hombres. En España la sierra era un medio de ejecución militar hasta el siglo XVIII. En Cataluña, durante la Guerra de la Independencia (1808-14), los guerrilleros catalanes sometieron a decenas de oficiales enemigos a la sierra. En la Alemania luterana la sierra esperaba a los cabecillas campesinos rebeldes, y en Francia a las brujas preñadas por Satanás.
La víctima era atada a los extremos y después se tiraba de las cuerdas hasta que los miembros se descoyuntaban. Fue utilizado sobre todo en Francia y Alemania, durante los tiempos de la Inquisición.
Destinado a comprimir y reventar los huesos del cráneo. La barbilla de la víctima se colocaba en barra inferior, y el casquete era empujado hacia abajo por el tornillo. Los efectos de este artilugio son, en primer lugar, la ruptura de los alveólos dentarios, después las mandíbulas y por último el cerebro se escurre por la cavidad de los ojos y entre los fragmentos del cráneo.
Hasta finales del Siglo XVIII, en los paisajes urbanos Europeos, era habitual encontrar jaulas de hierro y madera, adosadas al exterior de los edificios municipales, palacios ducales o de justicia, etc. Los reos, desnudos o semidesnudos, eran encerrados en las mismas. Morían de hambre y sed, por el mal tiempo y el frío en invierno; por el calor y las quemaduras solares en verano. A veces, las víctimas habían sido torturados o mutilados como escarmiento. No solo significaban una incomodidad tal que hacían imposible al preso dormir o relajarse, ya que estaban atados a los barrotes de las mismas. A veces se introducían en ellas gatos salvajes, a los que los verdugos azuzaban con varillas al rojo vivo, o se encendían fogatas debajo para abrasar al condenado.
Aun había otros artilugios como la doncella de hierro, esos ataúdes que eran piezas de exquisita artesanía por fuera y por dentro. Por fuera por la gran cantidad de grabados y relieves que adornaban su superficie; por dentro, por la espectacular colección de pinchos, dirigidos a puntos concretos del cuerpo, que se iban clavando lentamente sobre el inquilino, a medida que se cerraba la puerta. Los clavos eran desmontables, con lo que se podían cambiar de lugar, con el fin de poseer un amplio abanico de posibles mutilaciones y heridas que daban lugar a una muerte más o menos lenta.
Era el más común en la Europa germánica. Convertía al preso, completamente inmovilizado, en verdadero material de trabajo, para que el verdugo fuera descoyuntándole o arrancándole miembros a voluntad. Era uno de los suplicios más horrendos de la Edad Media. El condenado, desnudo, era estirado boca arriba en el suelo, o en el patíbulo, con los miembros extendidos al máximo y atados a estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban trozos de madera. El verdugo asestaba golpes violentos a la rueda, machacaba todos los huesos y articulaciones, intentando no dar golpes fatales. Despúes era desatado e introducido entre los radios de la gran rueda horizontal al extremo de un poste que después se alzaba. Los cuervos y otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban las cuencas de los ojos de la víctima, hasta que a ésta le llegaba la muerte.
Estos instrumentos se usaban en formatos orales y rectales. Se colocaban en la boca, recto o vagina de la víctima, y allí se desplegaban por medio de un tornillo hasta su máxima apertura. El interior de la cavidad quedaba dañado irremediablemente.Las puntas que sobresalen del extremo de cada segmento servían para desgarrar mejor el fondo de la garganta, del recto o de la cerviz del útero. La pera oral normalmente se aplicaba a los predicadores heréticos, pero también a seglares reos de tendencia antiortodoxas. La pera vaginal, en cambio, estaba destinada a las mujeres culpables de tener relaciones con Satanás o con uno de sus familiares, y la rectal a los homosexuales.
Los medios mecánicos tampoco eran de despreciar. Algo tan simple como unas tenazas en las manos de un hábil torturador podía arrancar de cuajo muchos dientes e incluso, si se terciaba, la lengua.
Tampoco hay que olvidar las calzas colocadas en las piernas, que a martillazo limpio acababan destrozando los huesos del tobillo. O las astillas metálicas que se introducían bajo las uñas, y se clavaban poco a poco hasta que ya no quedaba uña donde clavar.
Los suplicios son numerosos y adaptados la mayoría de las veces a una situación precisa. Los suplicios variaban según el criminal y la naturaleza del crimen cometido sobre el principio que hay que pagar por ahí dónde se pecó (cortar el puño para los parricidas).
Pero podemos sin embargo distinguir tres categorías de suplicios:
- La cuestión ordinaria que reagrupa las torturas más soportables, que tienen como objetivo sólo obtener la confesión.
- La cuestión extraordinaria que reagrupa las torturas más insoportables, que generalmente constituyen la primera etapa de la pena de muerte.
- Las torturas adicionales (arranque de las carnes con la ayuda de pinzas enrojecidas). El sadismo más grande viene sin embargo de cuidados prodigados entre cada sesión. El preso es alimentado, hasta refrescado, friccionado ver cumplimentado con su coraje. Este momento lo debilita considerablemente hasta el punto de hacerlo ablandar y reconocer su crimen.
Existía una legislación sobre el uso de la tortura aunque a menudo no es respetada. Fue dispensado las mujeres embarazadas, los menores de menos de 14 años y habría debido al ser según Saint Louis toda persona honrada y de buena voluntad, incluso los pobres.
Habrá que esperar numerosos abusos antes de que ciertas confesiones obtenidas por la fuerza sean negadas y que los métodos sean codificados. El fin de la Edad media particularmente muestra una voluntad de controlar las derivas y ve la colocación de la cuestión preparatoria. Es una forma de tortura psicológica para evitar pasar a la tortura física que consiste en asustar al condenado presentándole los diferentes instrumentos y las técnicas a las que va a sufrir si no confiesa, luego a atarlo desnudo y dejarlo único frente a su miedo. Esto permitió generalmente evitar pasar a la tortura física o a la cuestión definitiva. Aplicábamos particularmente este método para los niños o los viejos.
A partir del siglo XII la Iglesia va a considerar que la lucha contra la criminalidad religiosa es en adelante su prioridad. Instituye para esto el tribunal inquisitorio encargado de reunir las pruebas esencialmente por la confesión. En efecto a la Edad media es la autoridad que rige todo. Al siendo la autoridad suprema la de las Escrituras, la Iglesia idealmente está colocada para abastecer una interpretación de los Evangelios que es autoridad pues. La Iglesia veía en los Evangelios referencias claras de confesión, es así que el procedimiento inquisitorio se desarrolló .Car según el derecho medieval la confesión hace la cosa notoria y manifiesta, se hace la prueba indiscutible de la culpabilidad del acusado. La Iglesia precisa que la confesión debe ser espontánea y no extorsionada o proferida bajo la cólera. Pero la justicia laica concederá la misma importancia de todas las formas de confesión. Es por eso que la práctica de la tortura (violencia física para arrancar la verdad) con todos sus excesos se organiza y se generaliza. Sin embargo la confesión sólo no podía llevarse la condena. Debía ser acompañado por indicios anexos y de presunciones. Pero se lo llevaba sin embargo sobre cualquier otra prueba. Es por eso que un juez no podía condenarle a muerto a un sospechoso que hasta no habría confesado bajo la tortura.
El procedimiento acusatorio practicado durante la alta Edad media consistía en colocar a dos adversarios cara a cara como en un duelo, el acusado delante de defenderse frente a su acusador en un debate oral y público estatuido por un juez. La prueba es esencialmente hecha por el juramento purgatorio " por el cual el acusado jura que es inocente». Pero así como la prueba por el juramento purgatorio puede aplicarse sólo a los hombres libres, los cursos feudales a menudo utilizaban además de los duelos judiciales, el juicio de Dios. El principio del juicio de dios por ejemplo consiste en someter al acusado a una prueba física, que, si sale de eso indemne probará su buena fe. Dios lo habrá declarado inocente. Se trataba la mayoría de las veces de tener un hierro rojo en su mano durante un momento largo o de sumergir el brazo en agua hirviente. Los inocentes eran pues raros.
Durante la alta Edad media los procedimientos arcaicos del derecho feudal castigaron a los crímenes de manera poco eficaz.
La tortura fue practicada durante toda la Edad media pero fue sobre todo en la Edad media baja, a partir del siglo XIII, que se lo utilizó con el fin de controlar los vicios y los defectos de la sociedad.
Oficialmente la tortura es justificada por la busquedad de prueba criminal, oficiosamente los métodos son a menudo excesivos e injustificados.